QUITAPENAS: las recetas y los libros que me levantan el ánimo

Posted by Vero Chamorro on 03 diciembre 2012


Cuando la vida se me antoja demasiado compleja o incomprensible, cocino. Mezclar ingredientes, explorar sabores, tiene algo de simpleza primitiva, de vuelta a la niñez. Y si el resultado de este particular tipo de alquimia es, además, rico, reconforta el cuerpo y el alma al mismo tiempo.
A veces basta con un aroma. El olor a pan casero, recién hecho, es un abrazo. El pollo al horno, consuela. Pero hay dos recetas que preparo cuando necesito volver a mi eje: la de la Torta mexicana de limón y lima (instrucciones, al final de la nota), y la de la Torta de los 80 golpes (las recetas varían, una opción aquí y otra al final del artículo). Son mi terapia culinaria por excelencia.
La torta mexicana es una especie de bizcochuelo muy seco, que se humedece con almíbar de limón y se come acompañado con helado o crema.  Hacerlo requiere de cierta dosis de trabajo y atención. No demasiada, pero si uno se deja llevar por pensamientos ajenos al accionar concreto que la receta reclama, o se raya un dedo, o las almendras salen disparadas por la cocina. Sí: para hacer esta torta hay que pelar y tostar 150 gramos de almendras y rayar unos cuantos limones y limas. Seis, para ser exacta. Por eso, es una buena receta para despejar la mente, al menos por un rato. Pero, para pensar a lo grande y descargar furia, nada mejor que la Torta de los 80 golpes. Obliga a aporrear la masa con fuerza contra la mesada tantas veces como lo necesitemos (quiero decir, como lo necesite la masa: al menos 80 golpes, tal cual indica su nombre).
Así como tengo mis recetas quitapenas, también tengo mis lecturas. Cuando la tristeza es mucha, vuelvo a ciertos libros como quien regresa al hogar. Historias leídas y releídas, que me resultan entrañables por diferentes motivos. Sus personajes son viejos amigos que siempre me están esperando. Para cambiar el ánimo, vuelvo a seguir los pasos de La Maga a lo largo de la queridísima Rayuela; viajo a Terramar y me reencuentro con Gavilán y con Tenar; busco a Dulkancellín, a Cucub, a Wilkilén en los Confines; paseo por Diomira o por Fedora (prefiero evitar Zemrude), de la mano de Calvino; o -con estupor y temblores- me lanzo desde la ventana junto a Amélie, para apreciar Japón desde las alturas. Y si mi ánimo, por esas cuestiones de la vida, se me revela oscuro y feroz, entonces vuelvo a recitar el inicio de Cantos de Maldoror, casi como una plegaria:
"Ruego al cielo que el lector, animado y momentáneamente tan feroz como lo que lee, encuentre, sin desorientarse, su camino abrupto y salvaje, a través de las desoladas ciénagas de estas páginas sombrías y llenas de veneno....".
Un par de líneas de Lautréamont me bastan para que mi alma recupere su deseo de huir hacia sitios más felices. Y si tampoco funciona, queda, por supuesto, escuchar música, bailar y beber.


Quitapenas de yapa:

Música: Pearl, de Janis Joplin.
Bebida: mojito o caipirinha.
Y chocolate, siempre.


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Torta mexicana de limón y lima

Ingredientes:

Para la masa:

  • Manteca, 200 g
  • Azúcar, 200 g
  • Huevos, 4
  • Ralladura de 4 limas
  • Jugo de limón, 2 cucharadas
  • Agua, 2 cucharadas
  • Polvo de hornear, 1 cucharadita
  • Semolín, 300 g
  • Almendras peladas, tostadas y molidas, 150 g


Para el almíbar:

  • Agua, 2 tazas
  • Azúcar, 2 tazas
  • Ralladura de 2 limones
  • Jugo de 2 limones
  • Instrucciones
Para la masa: sumergir las almendras en agua hirviendo durante 3 minutos. Retirarlas, pasarlas por agua fría y escurrirlas. Pelarlas (acá la parte divertida) haciendo presión con los dedos sobre la parte más ancha: la almendra saldrá suavemente despedida dejando atrás su piel. Llevarlas a una sarten precalentada y tostar por uno o dos minutos, dejar enfriar y picarlas en la procesadora hasta que se conviertan en polvo. Reservar.
Mezclar la manteca y el azúcar hasta lograr una crema homogénea, incorporar los huevos de a uno, la ralladura de lima, el jugo de limón, el agua, el polvo de hornear y el semolín. Por último, agregar el polvo de almendras.
Colocar en una fuente enmantecada y enharinada, y llevar a horno fuerte por 5 minutos. Bajar luego a moderado y cocinar por unos 20 minutos más, hasta terminar la cocción (probar con un cuchillo, o verificar que la capa de arriba de la torta esté durita). Tener en cuenta que el bizcochuelo no debe ser alto, la preparación cruda, una vez colocada en la fuente, no debería superar los 2 cm de altura.

Preparar el almíbar (llevar todos los ingredientes a hervor por unos 5 minutos) y rociarlo sobre el bizcochuelo. Es importante que la temperatura de la torta y la del almíbar sean contrarias: si la torta está caliente, rociarla con el almíbar frío, y viceversa.


Torta de los 80 golpes

Ingredientes:

Harina, 350 g
Levadura, 50 g
Yemas, 3
Crema de leche, 200 cm3
Leche, cantidad necesaria

Para el relleno:

Manteca, 100 g
Azúcar, 100 g
Almendras tostadas y molidas, a gusto
Pasas de uva, a gusto
Canela en polvo, a gusto

Mezclar la levadura con una cucharada de harina y desmenuzar bien. Sobre la mesa, colocar el resto de la harina procurando que quede un hueco en el centro. Colocar allí la levadura, las yemas, la crema de leche y mezclar con la mano abierta. Incorporar, si fuera necesario, una pequeña cantidad de leche hasta lograr que la masa adquiera la consistencia típica de las masas de levadura: elástica, lisa, que no se adhiera ni a las manos ni a la mesa. Respirar hondo y comenzar con los golpes: 1, 2, 3... así, hasta 80. La mejor técnica es agarrar la masa y estrellarla contra la mesa una y otra vez, con furia. Luego, depositar en un recipiente profundo, taparla y dejarla levar.
Mientras tanto, preparar el relleno: mezclar la manteca y el azúcar hasta obtener una crema, y agregar luego el resto de los ingredientes.
Estirar la masa hasta lograr un rectángulo de unos 2 cm de espesor. Cubrirla con el relleno y arrollar por el costado más largo, como si se tratara de un pionono. Dividirla en rodajas de 2 o 3 cm de espesor y colocar los espirales acostados sobre un molde limpio, sin enmantecado. Dejar una muy pequeña separación para que la masa pueda levar en el horno. La idea es que al hacerlo, los espirales entren en contacto entre sí y se unan. Así quedará una especie de torta y se verán arriba las formas espiraladas. Llevar a horno moderado a caliente durante 30 minutos. Desmoldar en caliente.

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